Nosferatu: el mal y la ignorancia
“¿El mal viene de dentro de nosotros o de más allá?”
El mal es una de las principales preocupaciones que el ser humano ha presentado desde la antigua Grecia. Platón señaló que, aunque el mal existiera en el exterior del hombre (originado por la ignorancia), el bien se encontraba en su interior (proveniente del alma y del conocimiento).
Escrita y dirigida por Robert Eggers Nosferatu, sigue la historia de obsesión del Conde Orlok con Ellen, una joven con un extraño comportamiento; esta peculiar relación traerá consigo desgracia, terror y muerte.
En los primeros minutos de la cinta conocemos a Ellen (quien padece delirios, despersonalización y melancolía) y a su esposo, Thomas; su dinámica de pareja es interesante. Él comprende los padecimientos de su cónyuge, sabe que debe protegerla, por otro lado, ella intenta fingir que todo está en orden.
Antes que Thomas emprenda el viaje hacia el castillo del Conde Orlok, Ellen le advierte de un extraño sentimiento que la acecha, siendo estos dos eventos los detonadores para que los síntomas regresarán y con mayor intensidad. Ellen se hospeda con los Harding, ellos estaban al tanto de los problemas de la mujer, no obstante, no esperaban que se volvieran a presentar y de la forma en la cual lo hicieron.
Conforme los delirios, la sensación de no percibir tu cuerpo o mente así como la descrita “melancolía” aumentaban, se creía que los males de la infancia de Ellen habían vuelto, sin embargo, no era así. Cuando el profesor Albin Eberhart Von Franz diagnóstica a Ellen con una posesión demoníaca, Friedrich Harding cree firmemente en esta idea.
Tal cual lo mencioné anteriormente, se dice que el mal es causado por la ignorancia del mundo que nos rodea, por no poder comprender las diferencias de los otros. Esto conlleva a la creación de una falsa creencia y opinión la cual impactará en las acciones que se tomen, por lo cual esta sería la respuesta ante la cita del inició.
En el siglo XIX, la perspectiva psicológica respecto a los enfermos era deshumanizada, ya que se creía que los síntomas eran causados por posesiones demoníacas o por un castigo divino (principalmente acotado a los pecados). Siendo esta la razón por la cual se les trataba a través de exorcismos, penitencias, aislamiento en hospitales psiquiátricos, lobotomías u otros procedimientos que ocasionan dolor (como el cinturón de castidad).
Ellen, durante su infancia, había creído que ella tenía el mal por dentro (por eso menciona la frase del inicio), no obstante no era así. Si bien presentaba los padecimientos previamente descritos, ella deseaba experimentar el placer sexual (Thomas no la satsfacía), que como bien establecí en mi texto de Babygirl, el sexo es uno de los componentes fisiológicos básicos para alcanzar la autorrealización.
Al igual que la visión de las personas con enfermedades mentales, en el siglo XIX la búsqueda del placer sexual femenino era tabú; las mujeres debían satisfacer a los hombres, incluyendo su labor como madres, por lo que era inimaginable que una mujer se atreviera a expresar su necesidad.
Esta perspectiva había contribuido a que Ellen continuará con su idea del mal, lo que a su vez trae como consecuencia que el Conde Orlok se aprovechará de la desgracia de la joven y busca obtenerla (como si fuese un trofeo) a como dé lugar, ocasionado muerte y destrucción a su paso.
El mal viene de la ignorancia por lo desconocido, por no hablar de temas tan cotidianos como la sexualidad, así como de la comprensión por aquellas afectaciones tanto a la salud mental como a la física.
Cuando Wilhelm Wundt funda el primer laboratorio de Psicología Experimental en 1879 en Leipzig, Alemania, se inicia la perspectiva científica respecto a los trastornos mentales, a su vez surgen las pruebas psicométricas y los primeros manuales de descripción de padecimientos. Con esta nueva visión, poco a poco se dejó de estigmatizar a aquellos que sufrían de síntomas que aquejaban su cotidianeidad.
En la actualidad, los trastornos mentales pueden tener origen tanto genéticos, ambientales e incluso biológicos. Por lo que no son el resultado de una posesión demoníaca o un castigo divino. Así mismo, la sexualidad femenina poco a poco ha dejado de ser un tabú.
Retomando la cita del inicio, el mal viene del exterior, de no poder comprender al otro y en consecuencia actuar con este sesgo. Nosferatu de Robert Eggers realiza un interesante trabajo al poner a discusión la perspectiva de los trastornos mentales, como es que realmente Ellen no tenía nada de lo que debía de sentirse avergonzada.
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